El pasado 9 de Agosto fue bendecida la custodia de la Iglesia Parroquial de San Lorenzo de Alberique, con motivo de la conmemoración del 600º aniversario de la erección canónica de la parroquia. Tal vez deberíamos decir que fue nuevamente bendecida, puesto que se trata de la devolución al culto de una pieza que ha estado fuera de uso durante setenta y siete años debido a diversas circunstancias.
Dejando al margen aspectos técnicos, nos centraremos en la puesta en valor de un elemento del patrimonio valenciano prácticamente olvidado que vuelve a formar parte activa del patrimonio de la iglesia de Alberique. Nos referimos a ella como una pieza activa, en el sentido en que, como objeto litúrgico en uso, participa activamente en los diferentes actos para los que está destinada.
Esta custodia, ejemplo de la orfebrería valenciana del siglo XVIII, fue profanada poco antes de finalizar la Guerra Civil en el año 1939. Fue troceada probablemente con la intención de ser fundida, pero por causas que desconocemos la pieza fue enterrada y posteriormente olvidada. En el año 1961, con la expansión del pueblo, fue hallada parcialmente -la mitad superior- y desenterrada durante las obras de cimentación de una casa. Una vez reconocida por el antiguo sacristán y al encontrarse incompleta y troceada, se cosió sobre un paño para ser expuesta. Esta forma de conservación supuso nuevas pérdidas para la pieza, hasta el punto de desaparecer el cajetín donde se ubicaba el araceli.
No fue hasta el año 2012 cuando un grupo de feligreses, motivados por el anhelo de conservar el patrimonio de su parroquia -y por tanto de su pueblo- depositan en nuestras manos los restos conservados: la corona de laurel que sujeta la enrayada; la parte superior del fuste; una pequeña caja de cartón donde se guardaban alrededor de setenta fragmentos entre los que podemos describir rayos, pedrería, restos de la cruz, una estrella, etc. La expectación de la feligresía quedaba reflejada en una pregunta: ¿Qué se puede hacer con esto? La respuesta fue tan arriesgada como rotunda: reconstruir la custodia.
Una vez dedicado un tiempo para el estudio de las piezas en el que, como si de un puzle se tratara, se logró ubicar en su lugar todos y cada uno de los fragmentos, se realizó un boceto de la custodia completa. Afortunadamente entre todos los restos se pudo reconstruir uno de los módulos de la enrayada rematados en estrella; se completó uno de los rayos, lo cual evidenciaba la longitud de los mismos; y la cruz del remate, que conservaba todos sus elementos. Si bien no se disponía de parte del área superior de la custodia, sí que se contaba con los elementos necesarios para poder ser reproducida a partir de los fragmentos conservados de la obra original.
La realización del pie fue una decisión más audaz, puesto que la información disponible era la proporción aproximada de la misma y la parte superior del fuste. Con estas premisas y tomando como referencia modelos de la época y de la zona tales como la custodia de Alzira y fundamentalmente la de Corbera, se trazó una pauta para la estructura y la distribución de la ornamentación. Se diseñó un fuste abalaustrado sobre peana cuadrada, todo él moldurado y dimensionado proporcionalmente. La ornamentación se inspira directamente en los elementos que decoran la parte original: ángeles, cartelas, molduras decoradas con hojas de acanto, etc. El discurso iconográfico del pie está tomado de la tradición: anverso y reverso con elementos eucarísticos como el cordero sobre el libro de los siete sellos y el pelícano; en los laterales, atributos del Santo titular, en este caso la parrilla, el libro y la estola todo ello con la palma del martirio.
La plasmación del proyecto en un dibujo provocó un mayor interés en la población, que redobló esfuerzos y consiguió rescatar piezas que obraban en poder de algunos vecinos. Así apareció, entre otras, el cajetín y la puerta del araceli -en pésimas condiciones de conservación- que fueron recuperados para devolverlos al conjunto original. Se inició paralelamente una campaña para recoger material con el que fabricar las piezas que faltaban, no sólo con la finalidad de abaratar costes económicos, sino de participar activamente de un proyecto conjunto; la aportación personal al patrimonio común.
La participación de la Fundación Pere Compte en el proyecto dio el espaldarazo definitivo. La circunstancia de esta obra fue del interés de su responsable desde el primer momento puesto que cumplía exactamente con los propósitos de esta entidad, que no es otro que la recuperación del patrimonio valenciano.
Se ha realizado una labor de recuperación posiblemente en el sentido más amplio del término: como algo tangible, la reconstrucción de un objeto; más allá de esta intervención, un verdadero ejercicio de memoria histórica colectiva, un esfuerzo común para rescatar del olvido algo que pertenece a todos. Una esmerada voluntad por conservar el patrimonio de su parroquia, que en definitiva forma parte del patrimonio de todos los valencianos.