Trabajar ‘por encargo’ es una expresión que habitualmente empleamos y, pensándolo bien, nunca define exactamente la forma en que finalmente se plasman nuestros trabajos.
Y es que cualquier proyecto se puede comparar con esas complejas ecuaciones matemáticas compuestas por multitud de variables: en su proceso de creación y diseño habrá que tener en cuenta la función de la pieza, el sitio al que va destinada, los materiales a emplear, etc… Pero una de las variables que más pueden influir en el éxito de un proyecto es el gusto del cliente. Parece una obviedad decir que si el cliente te contrata un proyecto es porque le gusta tu forma de trabajar, tu estilo y confía en tí, pero esto no siempre es garantía de éxito. También es una obviedad hablar de las diferentes exigencias según qué clientes, porque cada cliente es único, y por lo tanto, cada obra también lo será. Pero hay ocasiones en que las espectativas de quien encarga ponen a prueba tus capacidades como creador, y si se dan las circunstancias adecuadas, se obtienen cotas altamente gratificantes.
Es el caso de un proyecto desarrollado a lo largo de unos meses atrás, en el que se podría decir que había un gran condicionante artístico de partida, en un encargo para desarrollar una pieza aparentemente sencilla: una pila bautismal. Partiendo desde una serie de proposiciones por parte del cliente, en forma de diversas fotografías de piezas de diferente forma y estilo. Esas propuestas tuvimos que pasarlas por el filtro que supone nuestros conocimientos, nuestra forma de entender el trabajo, nuestro estilo, en definitiva. Pero el punto de partida del trabajo material nunca es exactamente la presentación y aprobación de un boceto. En esta obra, la idea reflejada en nuestro dibujo presentaba una base ancha de planta mixtilínea en forma de aspa con cuatro ángeles sujetando que sirven de sujeción a la moldura superior, donde descansa el borde de la pila. El juego lo completaba una jarra para el agua y una venera para el bautismo. Todo ello en un estilo clasicista que encajara en la capilla donde se colocaría dicha pila. Las figuras representaban a los Arcángeles San Miguel, San Gabriel y San Rafael, y el Santo Angel Custodio.
El boceto fue del agrado del cliente, si bien convenimos en ser valientes a la hora de desarrollar los ángeles, puesto que a la postre serían las partes que, precisamente por ser elementos escultóricos, centrarían casi toda la atención. También tendríamos que elegir bien al modelista encargado de plasmar en tres dimensiones las cuatro figuras que habíamos tan sólo abocetado en el papel. Y es que el cliente hizo una recopilación de figuras de ángeles que eran de su agrado, por su composición, rasgos, etc, algunos de una belleza indiscutible, ¡Algunos eran los ángeles de Bernini del Puente de Sant’Angelo en Roma! El listón parecía estar bastante alto. Finalmente, con todos los conceptos claros comenzamos a desarrollar, por cuestiones de calendario, el trabajo de la pila y la jarra. Estos elementos del conjunto se fabricaron en plata, con piezas entalladas en chapa de diferentes grosores, elementos de fundición, como el mango y partes cinceladas. Por cuestiones de tamaño, hay partes desarrolladas en diferentes secciones que así mismo recibirían complementariamente trabajos de decoración cincelada, como la base de la pila y de la jarra a juego, el fondo de la pila con el motivo de la Trinidad representada en el fondo, o el emblema familiar del cliente en la jarra. Especial atención requirieron las soldaduras de la jarra en su línea de moldura intermedia y superior, para evitar poros por los que se produjeran pérdidas de agua. Dado que debíamos entregar las piezas de plata, y en una segunda fase hacer la peana, tomamos unas plantillas de la pila para que luego todo encajara perfectamente. Para el modelado de las figuras de los ángeles contamos con la inestimable ayuda del artista Pedro Arrúe, que movido por lo atractivo del proyecto, trabajó con entusiasmo para modelar cuatro figuras en una posición nada fácil, con ropaje muy suelto que se ‘descuelga’ con gracia por las molduras, donde quedan claros los elementos que les caracterizan iconográficamente, y con una plasticidad que habla por sí sola. Las figuras, modeladas por piezas fueron fundidas en bronce para conseguir los espesores más finos posibles. La idea primera que todo el conjunto fuera de plata quedó descartada debido al peso final que podía sumar todo el conjunto: elementos de fundición, elementos estructurales internos, etc… Una vez fundidas las piezas por separado ensambladas y soldados elementos como los brazos, alas y atributos, fueron repasadas a cincel, para ‘refrescar’ o detallar ciertas líneas o rasgos, decorar determinadas superficies (como el peto escamado de San Miguel). Posteriormente ya ensamblado en toda la estructura de base moldurada, gallones superiores, elementos intermedios de sujeción, etc, el baño de plata confirió al conjunto la uniformidad buscada, y la pátina de ‘plata vieja’ que nos gusta darle a nuestras obras, el contraste necesario para una apreciación óptima de todos los detalles. Dados los tiempos que corren en la artesanía, creo que la palabra ‘valiente’ define perfectamente a este conjunto de base, pila y jarra, más allá de su materialidad o coste económico, y así nos lo corroboró la opinión de nuestro cliente cuando recibió la obra.