Al comenzar este año se nos presentó uno de esos encargos que suponen un pequeño reto para nuestra disciplina, lo que deja patente que cuando se habla de criterios en la conservación y restauración del patrimonio cultural, cada trabajo debe plantearse sin el encorsetamiento de unas metodologías que posiblemente hagan inviables las intervenciones. Cada obra supone un desafío y un replanteamiento de la metodología y las intervenciones, pero hay determinadas situaciones que hacen que uno deba reinterpretar su trabajo, y adaptar las técnicas habituales a las condiciones que demanda la obra en sí.
Es el caso de lo que denominaremos las puertas del Tesoro de Montesa. Se trata de dos puertas de madera policromada, y recubiertas en su parte exterior por un delicado trabajo de chapa de plata estampada y colocada sobre escayola. Datan del S. XVII y parecen una reutilización de material perteneciente a un expositor, un frontal, o algo similar. El hecho de tratarse de chapa de plata colocada sobre soporte lígneo complicaba la metodología a emplear, puesto que el estado de envejecimiento era relativo, pero presentaba depósitos de suciedad que era preciso eliminar. Esto hacía inviable cualquier tipo de tratamiento por inmersión, por lo que aplicamos la limpieza electrolítica, habitual en nuestro oficio, mediante un hisopo conectado al rectificador de corriente.
Mediante un proceso electrolítico, en una cubeta llena con un agente limpiador, se establece una corriente de 12v, y de intensidad controlable, desde un polo (la pieza a limpiar conectada a éste) hacia otro polo externo. El agente limpiador, en combinación con la corriente eléctrica, hace que la suciedad adherida al metal se desprenda posteriormente mediante un delicado frotado de la superficie con jabón neutro y agua desionizada, aclarado y posterior secado. Esta técnica que supone la inmersión de la pieza, fue aplicada a la superficie mediante un hisopo realizado con un tubo metálico que contenía un relleno de algodón con punta de gasa. Este hisopo se llenó del líquido, y se conectó a uno de los polos del circuito. De esta forma, con el otro polo conectado a la superficie metálica, se pudo limpiar la plata de forma muy localizada, controlando la cantidad de líquido acumulado en la zona de trabajo, con lo que no hubo problemas de incompatibilidad de medios y materiales. Tras la intervención más problemática en cuanto a metodología, se procedió con la sucesión de trabajos habituales en el tratamiento de los metales, siempre adecuándonos a las características de la pieza.
En determinadas ocasiones, consideramos no sólo aceptables, sino más bien recomendables, las acciones que hagan viables los tratamientos adecuados para la mejor conservación-restauración de las obras, frente al inmovilismo que hace que nuestro patrimonio poco a poco se eche a perder a causa de la inacción en pro de la’salvaguarda’ del mismo.