Cuando hace ya dos años, desde el monasterio de Santo Toribio de Liébana y el obispado de Santander se nos encomendó la restauración del relicario del lignum crucis, nos preguntamos qué se nos pedía realmente. Concluimos que más que restaurar, nuestra tarea era dignificar una de las más importantes reliquias de la cristiandad, y al mismo tiempo permitir el correcto uso y su durabilidad, dada su particular forma de veneración. Y es que, más allá del tesoro que representa la cruz de plata en sí, nos enfrentábamos a algo mucho más trascendente, un símbolo que hace que miles de peregrinos se acerquen a un recóndito valle del norte de España.
Por lo tanto, siendo que la obra no es excesivamente complicada y el estado de conservación era relativamente bueno, consideramos diversas actuaciones que, más que a la pieza en sí, afectaban al realce y dignificación del contenido, que es el tesoro en sí.
En el plano material, se procedió a las reparaciones necesarias para que la obra se presentara completa, reparando desperfectos, soldando alguna pieza suelta, afianzando otras que corrían peligro de desprendimiento… Tal vez la intervención más destacada fue la de sustituir un medallón con la figura de San Juan repetido, por otro copiado del reverso de la cruz (pues ambas caras repetían iconografía) con el fin de dar coherencia al discurso iconográfico.
Creo que conseguimos realzar la reliquia interior utilizando cristales biselados en las ‘ventanas’, en lugar del metacrilato que presentaba, y con un buen dorado en oro fino (abrillantado mediante bruñido con ágata) que le otorgará durabilidad a la obra, dado que su veneración implica una continua manipulación de la cruz-relicario.
Por último, la cofradía nos encomendó la realización de una peana que sustituyera una muy rudimentaria que se venía utilizando cuando la cruz salía del retablo-templete donde se custodia.
El profundo respeto y devoción por tan importante signo, quedó patentado en un escrupuloso registro notarial de todas las manipulaciones a la que fue sometido el santo madero desde que se retiró hasta que se volvió a colocar y lacrar en el renovado relicario.