Puertas: una selección de trabajos

En ocasiones el orfebre traslada el lugar de trabajo para determinadas tareas que, por su naturaleza, dimensiones, etc, sólo pueden realizarse ‘in situ’. Es el caso de los trabajos realizados en las puertas de nuestras iglesias, principalmente, y de otros edificios de nuestro patrimonio histórico.

Pero, ¿por qué chaparlas? Entre las múltiples causas que barajamos, sólo una se nos antoja fundamental: protección. Es la razón principal por la que generalmente se protege la madera, material orgánico que sufre las inclemencias del tiempo, y requiere de frecuentes intervenciones para su buena conservación. Cabe pensar que materiales y ornamentación irán en consonancia con la importancia del edificio, el gusto del ordenante o la intención simbólica. Pero no siempre materiales más nobles se corresponden con edificios de mayor relevancia.

Habitualmente encontramos chapados en bronce o latón y en hierro. Tras la Guerra Civil Española y sus destrozos, muchos edificios se vieron obligados a reponer puertas y muchas de ellas se chaparon en cinc, de forma rápida y con poco rigor artístico, pues imperaban otras necesidades. Sin embargo se han conservado muchas con valiosa información que nos revela ese ánimo de dedicar los mejores esfuerzos a embellecer nuestros edificios más emblemáticos.

Tan sólo pretendemos hacer un breve recorrido por algunas de las intervenciones realizadas, con la finalidad de compartir experiencias y curiosidades, tanto desde el punto de vista de la restauración, como de la creación de nuevos diseños.

De los años ochenta data la intervención en la Iglesia de la Asunción de Llíria, donde se cubrió la puerta con chapa de latón cincelada con un dibujo a base de escamas, tachones, tiradores, bocallaves y dos pletinas decoradas imitando bisagras. Después de treinta años, presenta un bonito envejecimiento natural, aún con la suciedad acumulada propia de los agentes ambientales.

Pocos años después, aunque no propiamente en la puerta, actuábamos en la restauración de los frisos y metales de las puertas de la Lonja de Valencia. En esta ocasión se reponían elementos perdidos, y sobre todo se actuaba completando los frisos cincelados de la parte superior.

En la Ermita de la Sang, en Sagunto, intervenimos en unas puertas chapadas en latón unos pocos años antes. Presentaba un bonito envejecimiento natural, pero la intervención se produjo tras un acto vandálico que ensució una parte importante de la puerta, por lo que hubo que eliminar la mancha, y volver a pulir el latón para que comenzara de nuevo el proceso de envejecimiento natural.

Similar intervención, dadas las características materiales, se dio en la Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles de Chelva, salvo que en esta ocasión el deterioro era bastante más acusado, tanto en la pérdida de materiales originales, como en su estado de conservación. Se trataba de la restauración de las dos puertas principales de la iglesia, y la de la capilla de la comunión lateral. Conformadas en numerosas chapas de hierro cincelado de pequeñas dimensiones, hubo que reponer gran parte de ellas, pues presentaba lagunas y otras reposiciones y superposiciones en chapa lisa. Debido al grado de óxido de las mismas, se optó por su eliminación mediante técnica de arenado una vez repuestas las lagunas y sustiuídas las chapas lisas. Una vez libres de óxido, y debido a la ligera diferencia de color con el nuevo material, quedaba patente (a la vez integrada) la nueva intervención.

Tras la intervención integral en la Iglesia de San Martín en Valencia con motivo de la exposición de La Luz de las Imágenes, quedó pendiente para la entrega de obra, la protección de una puerta de acceso a los tejados desde la torre-campanario. Conforme a las exigencias de la dirección técnica de la obra, la puerta, de pequeñas dimensiones se chapó mediante tres tramos de chapa de latón pavonado (envejecido artificialmente).

Como último ejemplo, nuestra última intervención en Casas de Utiel. En ellas plasmamos nuestras ideas, consensuadas con el consejo parroquial, desarrollando una decoración punteada con cenefas y cuadrícula inclinada, con tachones de fundición en varios tamaños, principalmente formando una cruz -muy habitual-, enmarcando el perímetro de la puerta y las esquinas de los portones. Unas filacterias con la dedicación del templo y los atributos del titular completan el conjunto. Sin lacar, esperamos que con el tiempo adquiera un bonito color.

Sello de Piró Orfebres